Siempre me ha gustado someter a mi voluntad ciertos
utensilios con los que poder hablar para siempre y así dejar plasmada mi
locura. El problema es cuando la locura deja de ser percibida como tal. En ese
momento lo que se ha de hacer es disfrutar, tú mismo y en soledad, de dicha
locura hasta que con los años sepas como hacer de lo cuerdo, locura para poder
regalarla sin peligro.
Debido a esto, esto supone un adiós.