sábado, 18 de agosto de 2012

Odio


La innegable y evidente degradación de todo cuanto existe. El nacer de la mas bella y simple flor, nacida en mitad de la nada, y aun así vive. Se alza, se dibuja a sí misma, y se da vida al tiempo que rompe con su belleza la sombra y el silencio. Y vive mientras segundo a segundo ve pasar días enteros, iluminando la vida con la intensidad de su color. Despierta cada mañana, el pequeño mundo que forma su paisaje, con el fresco y agradable perfume que crea el rocío sobre sus hojas. Porque hasta la mas fría noche crea belleza al morir, llorando y bañando la naturaleza con sus lagrimas.
Y a medida que pasa el tiempo, el perfume deja de olerse poco a poco. El vivo color que iluminaba el día y la noche, comienza a desteñir haciendo que la pobre e indefensa flor palidezca. El peso de los años hace que esta pierda la fuerza que alzaba sus inmortales pétalos, ahora perenes, delicados y moribundos.
Gasta su último aliento en vano un intento por contemplar, por última vez, el mismo cielo que un día la dio vida. El eterno gris es lo único que queda ya, el único atisbo de una vida pasada. Ahora no es más que el recuerdo fugaz y condenado de lo que un día fue un don preciado.

 La vida y su excesivamente desbordada belleza. Tan desbordada, que incluso la muerte es una bella danza para aquellos que saben apreciar su complejidad.

Creo firmemente que el error no consistió en que se diese la situación, sino en no aceptarla como lo que era, el único camino posible. Algo adecuado a mí, de hecho,  lo único a lo que puedo aspirar.
No fueron los demás los incorrectos, fui yo el que falló al no dar prioridad a aquello que la tiene.
Cada uno tiene la vida que le corresponde, y a mí, la gente que me rodea, aquellos a los que amo y que se supone que me aman, me han demostrado cual es la mía.
Ahora he comprendido que el fin no consiste en si debe existir o no un alma como la que yo he descubierto, sino en como viviría de existir. Y yo, aprovecharé esa condena que todos sufrimos, la débil voluntad que nos hace humanos, para desaparecer sin herir a nadie al marcharme. Aprovecharé todo aquello que nos hace fallar, para irme sin dejar huella. Y me iré donde nadie podrá encontrarme.

Es triste, pero ya no es el pan el que me da de comer y el agua la que sacia mi sed. Ya no es el sueño el que descansa mi cuerpo. Ya no es la luz la que guía mis pasos y la oscuridad la que los frena. Hace tiempo que no es nada de lo que me rodea lo que controla mi vida. Pues fue el odio el que cinceló mi alma, el que la dio vida y el que la controla.
Ahora no huyo de lo que proporciona dolor, pues todo me enseñó a no huir. Ahora soy yo quien duerme junto a todos aquellos recuerdos que desangraron y desgarraron todo cuanto fui. Pues solo recordando es como logras no sorprenderte y sufrir más de la cuenta al volver al mundo en el que vives.

Y así es como no huyo de lo que me ajusticia, no dándole razones para ello. Así es como vivo en paz, caminando y sufriendo en soledad. Viviendo donde nadie pueda verme caer. Así es como lucho para retomar la oportunidad de vivir como lo haría cualquiera. Ahora no hay ningún tipo de debilidad con la que el mundo pueda jugar.

Ahora es cuando mi voluntad se hace de hierro, pues los principios que la guían son tan oscuros como para nublar a todo aquello que intente torcerla. Ni yo soy subordinado a ellos ni ellos a mí, y aun así, ambos sufrimos la fusta en nuestra ya encorvada espalda. Y aun así gozamos de su tacto.

Y aquí es donde acaba todo cuento, pues os he arrancado los ojos y he taponado vuestros oídos para que ni veáis ni escuchéis. Para que caminéis ciegos, sordos y, claro está, mudos, por la tierra por la que yo pise. Para que no sea más que el escalofrío que os recorre el cuerpo al notar algo a vuestras espaldas. Pues para vosotros no seré más que el polvo que se amontone en la biblioteca junto a vuestros recuerdos. Pues nada obtendréis por mucho que pidáis, ya que, junto con los vuestros, también destruí  mis sentidos para que por primera vez, mi voluntad y deseo se hagan inmortales.

Ahora, por primera vez, no hay vuelta atrás. Ahora todos vosotros podéis seguir disfrutando de vuestra ignorancia.

Mis más cordiales saludos.