Cuantos caminos diferentes he recorrido intentando hallar un
pequeño paraíso en el que perderme para poder ser feliz. Cuantísimo tiempo
llevo haciéndolo y cuantos paraísos diferentes he buscado. Y que pocos han sido
los que he obtenido siendo el último el eterno.
He sido el bien personificado, la imagen de una sonrisa. He
abierto los ojos viendo el luminoso y bello cielo y he subido a él. He sido
inmortal y me he sentido egoísta por tenerlo todo.
He besado el dolor por voluntad propia. He sido inmortal
pues nada conseguía hacerme caer. He sido sincero y he luchado con y contra mis
enemigos. Cada una de las veces que sangraba, era mi propia mano la que me
curaba. He seguido con fortaleza el arduo camino que me creaba y que se me
presentaba. Daba igual cuanto de oscuro podía ser el camino que yo sabia
seguir. Pues llegaba la noche y siempre tenía una luna que me iluminase.
He muerto una y mil veces y no he vuelto a vivir. He
resucitado como recuerdo para poder perderme en el olvido y no dejar cadáver a
mis pies. He envenenado ríos con mi llanto y coloreado océanos con mi sangre. Vendí
mi alma al mal para obtener un ápice de alivio. Me día a la dejación para que
hiciera de mi lo que siempre debí haber sido.
Indago con placer y deseo en las turbias y espesas aguas que
forman el mar en el que os ahogo. Y a medida que lo hago, saboreo detenidamente
la sangre que derramáis.
Os contemplo y os admiro. Envidio vuestra fortaleza para
convivir con la ceguera que nubla vuestro juicio. La deseo y necesito. Necesito
no ser consciente de la sombra y silencio que crean mis actos.
Necesito no odiar o hacerlo sin límite ni reparo. Olvidar o
correr insaciablemente detrás vuestra hasta que mi corazón se parta en dos por
no dar respuesta mi cuerpo. Necesito compartir con vosotros cuan eterna y
lasciva es la mirada que tu propio interior te otorga cuando no quieres saber
nada de él. Necesito demasiado ahora que no puedo tener nada.
Cada vez noto mas y mas lejos la voz y el recuerdo que me
atormentan. He vivido tanto y he buscado tantos paraísos diferentes que ahora
que por fin lo encontré me sabe a poco. La única manera de mantener esto vivo
es odiándolo y asesinándolo día a día como si no hubiese un mañana. Es luchando
contra el olvido y contra la vida que trata de enterrarte en un ataúd ocupado
cualquiera.
Mi vida no me la arrebata nadie, solo yo puedo dirigirla, dominarla y doblegarla. Porque al
fin y al cabo es un todo lo que dirige esta clase de presente ante mi, ante mis
pies, y soy yo quien no lo acepta. Pues es mi mano la que ejecuta. Y ya que no
puedo ni olvidar ni correr, dejemos que sea la madera, el frio y la soledad los
que junten mis pies, cierren mis ojos y sellen mis labios.