miércoles, 25 de julio de 2012

Adiós


Cuantos caminos diferentes he recorrido intentando hallar un pequeño paraíso en el que perderme para poder ser feliz. Cuantísimo tiempo llevo haciéndolo y cuantos paraísos diferentes he buscado. Y que pocos han sido los que he obtenido siendo el último el eterno.

He sido el bien personificado, la imagen de una sonrisa. He abierto los ojos viendo el luminoso y bello cielo y he subido a él. He sido inmortal y me he sentido egoísta por tenerlo todo.

He besado el dolor por voluntad propia. He sido inmortal pues nada conseguía hacerme caer. He sido sincero y he luchado con y contra mis enemigos. Cada una de las veces que sangraba, era mi propia mano la que me curaba. He seguido con fortaleza el arduo camino que me creaba y que se me presentaba. Daba igual cuanto de oscuro podía ser el camino que yo sabia seguir. Pues llegaba la noche y siempre tenía una luna que me iluminase.

He muerto una y mil veces y no he vuelto a vivir. He resucitado como recuerdo para poder perderme en el olvido y no dejar cadáver a mis pies. He envenenado ríos con mi llanto y coloreado océanos con mi sangre. Vendí mi alma al mal para obtener un ápice de alivio. Me día a la dejación para que hiciera de mi lo que siempre debí haber sido.

Indago con placer y deseo en las turbias y espesas aguas que forman el mar en el que os ahogo. Y a medida que lo hago, saboreo detenidamente la sangre que derramáis.
Os contemplo y os admiro. Envidio vuestra fortaleza para convivir con la ceguera que nubla vuestro juicio. La deseo y necesito. Necesito no ser consciente de la sombra y silencio que crean mis actos.
Necesito no odiar o hacerlo sin límite ni reparo. Olvidar o correr insaciablemente detrás vuestra hasta que mi corazón se parta en dos por no dar respuesta mi cuerpo. Necesito compartir con vosotros cuan eterna y lasciva es la mirada que tu propio interior te otorga cuando no quieres saber nada de él. Necesito demasiado ahora que no puedo tener nada.

Cada vez noto mas y mas lejos la voz y el recuerdo que me atormentan. He vivido tanto y he buscado tantos paraísos diferentes que ahora que por fin lo encontré me sabe a poco. La única manera de mantener esto vivo es odiándolo y asesinándolo día a día como si no hubiese un mañana. Es luchando contra el olvido y contra la vida que trata de enterrarte en un ataúd ocupado cualquiera.

Mi vida no me la arrebata nadie, solo yo puedo  dirigirla, dominarla y doblegarla. Porque al fin y al cabo es un todo lo que dirige esta clase de presente ante mi, ante mis pies, y soy yo quien no lo acepta. Pues es mi mano la que ejecuta. Y ya que no puedo ni olvidar ni correr, dejemos que sea la madera, el frio y la soledad los que junten mis pies, cierren mis ojos y sellen mis labios.

viernes, 20 de julio de 2012

Detonantes


Detonantes.

Todo comienza siempre con algún detonante. Algo que rompe la estabilidad y la paz por la que luchas cada día.

Lo fácil que es odiar y lo placentero que es hacerlo en silencio. Pasar de la armonía al oscuro fuego que alimenta la ira.
No es correcto ni se te permite actuar mal. No puedes gritar o golpear aquello que te perturba. Ni puedes ni quieres.
Sin embargo, a medida que avanzas, todo aquello crece y crece. Y cuanto más crece mas se revela contra ti.

Es en ese momento cuando libras tu propia y despiadada lucha épica contra todo lo que te rodea en la que el silencio es la única arma posible.
Con cada golpe que asestas te das cuenta de todo lo que muere a tu paso. Y aun así continuas. Asumes que la vida es bella y puta, y que tu bolsillo está vacío. Debido a ello, te vendes aun más al lado oscuro de tu alma y sigues sus ordenanzas con firmeza y decisión.
Te haces su lacayo y cuanto mas caes mas placer sientes. Surge en tu interior un cosquilleo que te alienta a seguir caminando hacia esa meta. Tus ojos ya no se sorprenden, han aprendido a adaptarse a la oscuridad.
Cada vez estás más defendido de los demás y de ti mismo. Ya no tiempla el pulso cuando se trata de herir.

No hay caras conocidas, ni recuerdos que recordar. No hay consejos que seguir ni leyes que respetar. No hay amigos ni conocidos. No hay familia. No hay nada.

jueves, 19 de julio de 2012

Que os jodan

Comprendo que el egoísmo, que según mi opinión es inherente al ser humano, le lleve a la gente a actuar voluntaria e involuntariamente únicamente por su propio beneficio. Comprendo que el padecer esta cualidad no positiva traiga consigo un efecto secundario y no siempre presente basado en la falta de respeto por los demás.
Pensando desde un punto de vista racional, es lógico que el egoísmo en ocasiones desemboque en un comportamiento carente de respeto por los demás puesto que el egoísmo no es mas que un desmedido amor propio que obliga al sujeto a preocuparse únicamente de si mismo sin tener en cuenta a los demás.

Lo comprendo todo. Lo comprendo pero aun así no lo veo normal. Creo firmemente que quien es egoísta, tanto si orienta sus actos como si no lo hace, lo es porque desea serlo o porque no le importa serlo.
Ser egoísta no siempre es malo. Alguien que es egoísta por guardar lo suyo sin perjudicar a los demás, bajo mi forma de pensar, no es no correcto.
Alguien que es egoísta y obvia la necesidad de su prójimo cuando podría no obviarla, a mi parecer es no correcto, pero como persona libre que es, puede hacer lo que quiera y no por ello está obrando mal.
Alguien que decide obviar y sacrificar no solo una necesidad, sino el bienestar de otra persona con tal de conseguir su propio beneficio personal, según lo que yo creo, ese alguien no solo no esta siendo correcto sino que encima no esta obrando bien. Y eso está mal.

No soy nadie para hacer juicios de esta clase. No soy nadie para decir que está mal y que no, pero creo que hay cosas que la lógica no puede obviar.

A mi personalmente lo que mas me irrita no es el egoísmo, que si, me irrita y mucho. A mi lo que mas me cabrea es el hecho de que se te falte el respeto únicamente porque es necesario hacerlo para lograr un fin.
Mi pregunta es: ¿Vivimos en sociedad y aun así, tu que me conoces, te ves capaz de pisarme por lograr lo que deseas?
Quizás la pregunta mas adecuada sea: ¿Qué y cuanto valoras lo que te doy si me respondes así?
Hay un sinfín de preguntas que podría hacer, pero las mas importantes y representativas son esas dos.

Llegados a este punto la situación es que quien tienes a tu alrededor desprecia lo que tu le das cuando decide despreciar lo que sabe que te hace bien o mal.
Y entonces es cuando te ves en ese difícil momento en el que te planteas si seguir siendo correcto o no serlo. Sea como fuere, la decisión está tomada, nadie volverá a recibir nada de mí. Como dije hace tiempo, todo el mundo te falla y mejor es prevenir que curar.

Entonces, en el final de la carretera, eres sincero contigo mismo y te das cuenta de que no se puede obviar lo que se es por naturaleza. No puedes prescindir de la excitación que te produce volver a la vida que nunca debiste abandonar.
Y de nuevo, siento en mi mano, el húmedo tacto de la sangre en mi cuchillo de guerra.

Episodio 1:

Soy un perro de presa entrenado para cazar. Soy todo cuanto no deseas en tu vida. Os odio y en cuanto me deis la oportunidad os voy a traicionar. Os vais a dar cuenta de que se debe y que no se debe hacer.
Os voy a enseñar que no se puede pretender acariciar al perro al que una vez pegaste.

martes, 10 de julio de 2012

La caida

Y así es como decidimos matarnos los unos a los otros todos y cada uno de los días que pasamos juntos. Cuando actuamos de forma que al final solo nos beneficiamos a nosotros mismos, aun cuando nuestras intenciones eran buenas.

El hombre no esta preparado para llevar a cabo actos desinteresados. La sociedad es demasiado egoísta como para permitir que un solo hombre pueda no ser un necio. Y es que somos necios cuando decidimos obviar el hecho de que con un poco de esfuerzo podemos vivir en colectividad de una forma mucho más placentera. Somos unos necios cuando no nos damos cuenta de que somos egoístas por no ceder un poco por los que tenemos alrededor para de esta forma, intentar hacerles un poco mas feliz con un poco de esfuerzo y sacrificio personal.

Esto no puede pasar. Cuando no es el mundo que nos rodea el que nos ata para hacernos sus lacayos, es el dolor personal que sentimos cuando intentamos avanzar y hacernos mejores personas.
Porque al fin y al cabo, por mucho que lo intentemos, siempre buscamos algo de beneficio personal. En algunas ocasiones es algo a cambio, en otras la satisfacción personal de ver que con tus actos haces feliz a alguien y en última instancia, el hecho de saber que aunque tus actos no sean reconocidos como algo bueno, haciéndolos, haces lo correcto. Es esa la lucha personal que todos libramos en nuestro interior, la de hacer algo libre, sin ataduras.

El problema aparece cuando tú, dominado por tu condición humana, empiezas a notar sobre tus hombros todo el peso que generan las mil y una puñaladas que te va clavando todo aquel al que te acercas. Cuando te das cuenta de que por mucho que hagas por los demás, al final, lo único que obtienes es el hecho de que nadie hará por ti lo que tú haces por los demás. El hecho de ver como somos capaces de pedir todo cuanto podamos desear, hasta el punto de llegar a exigir y dominar, sin pararnos a ver que es lo que determina a los demás. Como nosotros nos plantamos frente al mostrador y le exigimos al dueño de la tienda que nos ofrezca todo lo que deseamos sin perder ni un solo segundo y sin detenernos a ver si él puede o no.
El problema llega cuando intentas marcar la diferencia viviendo una vida ejemplar, y los demás lo único que hacen es pensar en si mismos. Cuando se obvian una y mil cosas. Cuando haces de tripas corazón cientos de veces consolándote con el hecho de saber que haces lo correcto.

El verdadero problema llega cuando te das cuenta de que algo en tu interior está cambiando y ya no eres el que eras.
Es en ese momento cuando vuelves a reafirmar lo que siempre supiste, que estas completamente solo. Cuando te das cuenta de que nunca fuiste un santo y que tu intento de vida ejemplar solo fue un fracaso encaminado a algo de naturaleza utópica. Y solo entonces es cuando te preguntas: ¿Por qué no actuar como la situación lo precisa?

martes, 3 de julio de 2012

Luna

Soy ese enorme espacio vacío que hay en tu interior. Ese espacio donde descansan todas tus ideas, toda tu tristeza y tu felicidad. Soy el espacio que protege tu deseo y donde se forma.
Soy la voz que te cuenta el final cuando juegas a predecir el futuro. Soy todos aquellos pecados, defectos y placeres oscuros que ocultas. Soy la ardua batalla de tu deber y tu anhelo. Soy la voluntad que orienta tus actos a lo correcto. Las huérfanas y desamparadas lágrimas que derramas por una realidad rota. La eternidad hecha segundos.
Soy todas y cada una de las mentiras que formulan tus labios. Soy el engaño al que te sometes. Tu corazón obviando la realidad. Soy la degradación de tu conducta producto de un desesperado grito de auxilio. Soy la soledad. Soy el dolor. Soy el odio.

El hola y el adiós. Tus recuerdos y el manto que los cubre.
Soy tus palabras dejándome solo. Soy tu egoísmo y tus ojos cegados. Soy el traidor y tus palabras traicionadas.
Lo soy todo.
Soy la ignorancia que me profesáis todos y cada uno de vosotros. Soy vuestros pies llevándoos por donde queréis y todo aquello que destrozáis por donde quiera que camináis.
Soy vuestra impotencia y mi fortaleza. El que se marcha para no volver y el lugar al que viaja. Las alas con las que vuela. El paisaje desde el que os contempla. El silencio

Soy el silencio. El eterno e inmortal premio que me concedo, el silencio. Soy vuestra mas enorme pesada condena, el silencio. Soy lo único que no murió por estar dormido, el silencio.