miércoles, 27 de julio de 2011

Dormir

II


Oscuridad, esa era una de las mejores cualidades de la noche y del momento previo al sueño. Al contrario que los niños pequeños que consideran la oscuridad como la mayor fuente de maldad o de monstruos de tres cabezas, o al contrario que muchos adultos que la consideran como algo de poca importancia, la oscuridad que se formaba al apagar la luz de su cuarto, era el mejor momento de paz que encontraba para darle a su mente, a su corazón y a todo lo que escapase a su control. Lo que más le atraía de esa oscuridad era que sin luz, las cosas dejaban de existir en la vida real para existir en su mente, en su cabeza y por medio de las imágenes que la vida le había otorgado de todo aquello que le rodeaba. En realidad lo que más anhelaba, de entre otras cosas, era la posibilidad de poder escapar de lo que fuese en el momento que fuera, y por eso la oscuridad se hacia su aliada. Sin luz, las cosas sólo existían en su mente, y sí estaban dentro de el, podía hacer que desapareciesen. Tan sólo tenía que crear nuevas imágenes.
Buscaba, creaba imaginado, soñaba con nuevos paisajes en los que perderse y con los que quitaría de su interior todo aquello que no quería tener. Sí una noche quería evadirse, olvidarse de su todo y dejar de sentir lo que ello implicase, tan sólo tenía que leer algún libro, escuchar la música que sintiese en ese momento o ver alguna película en su reproductor portátil con la luz apagada, relacionado todo con el mundo que desease encontrar y lo habría logrado. De no encontrar un mundo que leer, escuchar o ver y que le llevase y evadiese donde y como el quisiese, lo único que debía hacer era crearlo.
Sí algo le caracterizaba, era que aún habiendo tanta sombra en el mundo, el conseguía encontrar la belleza de casi todo lo que le rodeaba, con lo que no le era muy difícil crear el mundo en el que deseaba perderse e indagar en el, construirlo desde el inicio, repararlo, vivir en el, comer en el, soñar en el, para más adelante, vivir de el.

Se sentía realmente afortunado por poder verle la belleza incluso al viento que no mucho antes le había abrazando fuertemente por la larga calle de paredes blancas. Era fascinante, como todo podía brillar con un brillo desmedido. Era realmente reconfortante ver el todo de todo cuanto le rodeaba, era bueno, pero sólo hasta cierto punto.
Lo que peor llevaba era no poder controlar sus pasiones hacia aquello que veía, sentía, y creaba. Todo lo que el sentía, lo sentía con el corazón porque procuraba no amar o crear nada que no fuese lo que por naturaleza no es, todo aquello cuya voluntad no fuese la propia de lo querido, por razones que muy pocos conseguían entender de la misma forma que el. Esto era realmente grande porque cuando podía "amar", amaba sin control y era cuando era feliz y no necesitaba crear ningún mundo paralelo. El problema venía cuando algo se ponía entre el y su deseado y real mundo, ese era el peor de los momentos porque amar algo con todas tus fuerzas es realmente positivo cuando lo puedes tener, pero cuando no lo puedes tener o cuando tienes que vivir la realidad que el tenerlo te obliga a vivir, es como tener una cadena anclada a tus pies y estar atado a una pared en llamas siendo inmortal. Hagas lo que hagas te vas a quemar y vas a vivir para sentirlo.

Eso era algo que el sabía con certeza, pero que asumía en parte porque no le quedaba otra y en parte porque creía que merecía la pena. No se consideraba ningún cerebrito sabelotodo superior a los demás, pero sabía con certeza que su mayor fallo, fracaso y condena era no poder controlar sus pasiones, el nivel con el que amaba y deseaba, y el hecho de que en su cabeza todo pudiese existir al mismo tiempo. Se había dicho muchas veces a sí mismo que aunque el ser como era, era lo que deseaba, que no habría estado mal la felicidad del ignorante sin darse cuenta de que lo era. Sí un genio de una lámpara mágica le concediese tres deseos tenía claro que lo que nunca pediría sería ni pensar menos ya que habría obtenido una falsa tranquilidad, ni que la vida brillase como desearía porque viviría en un sueño no real, ni que las personas fuesen como su corazón necesitaba y como su corazón le pedía en susurro a cada latido, porque estaría amado un mundo creado por el, no sería más que tristeza lo único que pudiese sentir.
Sólo habían pasado 5 minutos desde que su madre le saludo al llegar a casa, desde que puso en hora el despertador y desde que se tapo y apagó la luz, y tan solo pasaron 5 minutos mas antes de que al ir a cerrar los ojos pensase que era afortunado de no ser quién debiera darle el equilibrio al mundo, porque así podría ser y querer quién quisiese ser y a quién quisiese querer.
Sólo tenía que callar su voz y pensamiento y recordar que en todo hay belleza.