Seamos sinceros ya tenemos una edad como para poder pensar mas allá de lo que se nos presenta frente a los ojos. Vamos creciendo evolucionamos y cambiamos. Aún no ha pasado tanto tiempo como para poder creernos adultos, aún no hemos madurado y aún nos queda mucho por aprender y por vivir. Se podría decir que nuestras opiniones aún no son las más fiables porque están sujetas a realidades temporales y recién descubiertas y eso hace que no seamos imparciales. Estamos influidos por la sorpresa del momento, por lo recién descubierto, por la novedad. Nuestro criterio se balancea un poco entre lo que más nos conviene, entre los gustos personales y entre la verdad que siempre queremos exponer. Lo que hoy es blanco, mañana es negro. Lo que hoy amamos, mañana lo odiamos. Lo que hoy nos da la vida, mañana nos la quita.
En muchas ocasiones deberíamos guardar silencio puesto que en la mayoría de los casos no sabemos nada y aun así nos atrevemos a hablar. Pero al final del todo, ¿quién nace sabiendo?
Te dedicas a vivir tu vida, a mirar únicamente por ti porque al final del camino estás más solo que la una. Vives tu día a día al igual que el resto de la gente. Te levantas, te limitas a vivir y cansado de hacerlo cierras los ojos hasta que caes en el sueño de forma placentera para levantarte al día siguiente y hacer lo mismo. Miras un poquito por encima de ti mismo y de los de tu alrededor y al final todo se reduce miles de pequeñas historias supera importantes que no pueden perder ni uno de los segundos de sus vidas. Van formando su futuro, van comprando su felicidad y la van compartiendo con sus seres queridos. Asumen importantes cargas, únicamente por generarse placer, el placer producido por la felicidad ajena. Creen tenerlo todo, y en el fondo no tienen nada hasta que se dan cuenta de que aman, porque es entonces cuando se te presenta la oportunidad de coger todos los aspectos de tu vida, todos incluidos los que ni siquiera sabias que existían, cogerlos con la mano para darlos con el corazón. Creen que se hacen viejos porque pasa el tiempo, cuando el realidad no pasa el tiempo, sumamos vivencias suspiros y miradas hasta que dejamos de aprender como persona para aprender cómo seguir viviendo recordando lo ya vivido. Crees haberlo sentido todo cuando en realidad no has ni tan siquiera despertado de ayer cuando te acostaste. Te das cuenta de lo imbécil que eres cuando pretendes describir la belleza del arco iris tras una larga tormenta. Te sientas, intentas describir con palabras escritas o habladas esa belleza, esa forma de dejarte sin palabras, esa dependencia generada en ti, la perfecta armonía entre todos los colores con sus cualidades y tú, y no consigues nada. Vuelve la tormenta y permaneces sentado sumando vivencias mojándote con su lluvia. Tienes frio y echas de menos la luz pero aun así, sigues aprendiendo como vivir recordando y como nombrar el aro iris que de nuevo ha venido a salvarte. Vives en su luz, vives por y para su luz. Vives únicamente porque existe algo llamado arco iris que se estableció en tu camino. Estás dentro de el, estas sintiéndolo y aun así necesitas más. Es entonces cuando confirmas que aún no ha pasado tanto tiempo como para poder creernos adultos, aún no hemos madurado y aún nos queda mucho por aprender y por vivir. Básicamente eso, necesitas más, no sabes si hay más y si lo hay no consigues imaginarlo.
El mismo tiempo que te hacía sumar vivencias, el mismo tiempo que era cómplice de tu individualismo y del bunker que habías creado en tí, ese mismo tiempo ahora resulta ser el que destruye toda tu realidad dejándote cada vez mas al descubierto. Cuanto más camino recorres más difícil se hace la tarea de aguantar, más desesperante es la ausencia y más único es el momento en el que puedes estar sentado observando de nuevo tras la lluvia.
Abro los ojos al despertar y lo primero que siento no es cansancio sino soledad porque he soñado contigo y ahora ya despierto de nuevo, las cuatro paredes, un montón de recuerdos y deseos y yo sin tenerte junto a mi. Paso los días esperando únicamente a que lleguen mis dos días, pasan las horas y de nuevo vuelvo a la cuenta atrás. Ni puedo, ni quiero, ni se ser quien era. Deje de ser yo para pasar a ser tú y para ti. Todo se reduce a ser tu felicidad, a cualquier precio. Te he susurrado cientos de veces todo cuanto sentía y quería decir, y aun así no he dicho nada. He sentido tanto como creía que se podía sentir y de nuevo me muestras que simplemente me has extendido tu mano para comenzar junto a ti la vida que siempre soñé con tener. No tenía nada que perder y por eso nunca tuve miedo, ahora por contra mi nombre es miedo y mi apellido paciencia. Al final te das cuenta de que sacrificaría mi mundo por ti, porque ahora tu eres mi único mundo. Vivir recordando el pasado, sintiendo el presente y soñando el futuro, básicamente porque ahora solo tengo un futuro y es junto a ti.
Seré fuerte y aguardare con paciencia a que llegue el día en que no haya lastre que me aleje de ti para poder vivir todos y cada uno de los instantes del día a tu lado, porque todo tiempo junto a ti es poco. Guardare silencio y esperare con paciencia hasta que solo nos separe un pequeño papel verde. Y será entonces cuando abra los ojos día a día y sienta que he terminado de aprender, que lo único que me queda es tumbarme por última vez y soñar con que al final tuve lo que siempre deseé tener, la oportunidad de amarte y ser correspondido.
Te amo.