martes, 25 de junio de 2013

Sexy Girl

Shine on your crazy diamond

<<Y ahora que por fin soy de carne y hueso, ahora que por fin siento en mi piel la brisa del aire y el calor del sol, ahora que al fin soy libre es cuando caigo por este enorme vacío sabiendo que no hay final. Y solo es cuando ya he conseguido empezar a caminar sin cadenas, cuando de nuevo caigo en la tentación.

- Sabias perfectamente lo que hacías cuando decidiste adentrarte en ese camino.

-Lo sé, lo sé. ¿Pero y que esperabas que hiciese?, se te presenta una oportunidad así, todo tan bello y perfecto y, ¿de verdad me creías capaz de dejarla pasar? Mi único problema es que soy demasiado estúpido. Me adentro en el mar sin pararme a pensar si sabré volver.
De golpe un día te levantas y te das cuenta de que todo aquello que guarda tu mente cual tesoro, no es más que los bordes más lejanos de la realidad en la que vives, realidad que colinda con la que deseas. Y tan juntas están ambas realidades que no consigues diferenciar donde empieza el final de una y donde comienza el inicio de la otra hasta que no saboreas dicha distancia. Y es que aun estando tan juntas ambas realidades, es una vida entera lo que las separa.
No podía hacer nada. Fui tan solo una mosca atraída por el aroma de un dulce. Y lo cierto es que no me importa.
Resulta que no se me permite vivir así ¿no?, pues me levantaré cada mañana viviendo como se espera que viva. Abriré los ojos tal y como deba abrirlos, respirare como se me mande y la primera pierna con la que me levante de la cama será aquella con la que se levanten los demás. Y lo haré con gusto. Y cuando me pregunten afirmaré mi satisfacción al respecto. Y lo haré, pero en realidad estaré viviendo vidas enteras dentro de mí. Sonreiré para los que están fuera mientras que para mis adentros lo único que podré hacer será vivir soñando que soy libre.
Viviré luchando y siendo fuerte. Obviare cualquier cosa que me haga ver la realidad. Y por duro que sea, lo lograré.

- Y cuando te entierren, ¿con que nombre te han de llamar?

- Con el mío. Con el único que tengo. Solo tengo un nombre porque aunque viva de rodillas, viviré rozando el cielo y viviéndolo por dentro.
Llámame deseo, ese será mi verdadero nombre. Deseo será con el nombre que me llamen pues aun estando totalmente dominado por el, aun así supe hacer lo correcto. Tu que eres inmortal, cuando estés en mi funeral di que viví dominado por el deseo y que no cometí ningún error. Di que jamás olvidare mi naturaleza inquieta ni lo que ella me alentaba a querer y necesitar. Di que no diciendo nada conseguí decirlo todo. Di que si hubiera podido volar lejos siendo libre, que no lo habría hecho si me lo hubiera pedido.>>

martes, 18 de junio de 2013

Presa de la palabra escrita

Llegado ese punto en el que sabes que quieres, que debes y que vas a hacer, lo único que falta es la gloriosa y desbordada naturaleza inquieta de la que estás hecho. Ese instinto agresivo y lascivo, hostil y salvaje que te inunda siempre que deseas explotar sin pensar las repercusiones de dicha escapatoria. Y que mejor manera de lograrlo que la de usar un Instrumento como banda sonora de este momento por el que ahora caminamos.

Demasiado he visto ya. Demasiado he esperado.  Demasiado he sosegado ya mi alma como para no saber cuáles de mis actos son buenos y comedidos, justos y desinteresados, y cuales no albergan ninguna de esas cualidades y no tranquilos con no tener nada de lo dicho, encima, alientan a obrar mal a sabiendas de lo que ello pueda generar. Es por ello que aquí voy a narrar lo que ronda mi mente y ahoga mi voluntad.


Rechazo

Una de las consecuencias de adentrarse en un camino que te queda, por el momento, grande, es el hecho de que siempre existe la posibilidad de arrepentirte de haberte adentrado. Y cuando eso ocurre el problema no es tan grande como podría serlo si la situación fuese en lugar de arrepentimiento, rechazo. Pues si te arrepientes, todo mal que te suceda será siempre culpa de una o mil razones, y podrás llorar las pérdidas que tengas y a su vez lamentarte por lo que queda por venir puesto que no es deseado.
Cuando es rechazo lo que se siente, eres consciente de la necesidad que tuviste y/o tienes de recorrer el camino que se te presentó, y debido a que hay una razón por la que lo recorres, el hecho de lamentarse por ello no tiene lugar. Y esa es la verdadera lucha, la de recorrerlo cuando no lo deseas. La lucha consiste en hacer lo que es considerado deber, y sobre todo, lo que tu corazón cree deber. Y eso es lo que pesa y nos arrastra hasta el fondo.

Sin embargo, lo realmente pesado no es aguantar caminando y cargando todo a nuestras espaldas sin importar su naturaleza, lo realmente pesado es ver terminado el camino y ver como después de haberlo finalizado, el camino en cuestión, se degrada, se pudre y se convierte justo en aquello que siempre odiaste. En este momento llegas a esa situación de la que siempre intentaste huir, solo que ahora te das cuenta de que en esta ocasión no solo no pudiste huir, sino que encima, la viviste, finalizó, y lo aceptaste.
Si, señores, todas las realidades son iguales. Y no hablo de un “todo” en general, más bien, encubro con el término “realidad” otro concepto que no os quiero revelar. Pues tan repugnante me resulta la actual realidad de ese otro concepto, que no quiero que nadie lo vincule a mí. Y sobre los que ya lo hacen, mejor es mantenerles en la ignorancia y hacerles creer que poco me importa, pues no les engaño ya que no es el tema en cuestión, sino el hecho de que forme parte de mi pasado lo que me quita el sueño.
Si, efectivamente me genera muchas sensaciones el hecho de no haber visto cuan condicionado se encontraba ese otro concepto para ser como era. Es el hecho de no haberme dado cuenta de su verdadera naturaleza para haber podido tratar ese “algo” en cuestión como realmente merecía.
Tristemente, no consigo albergar ni un solo ápice de agrado por ese aspecto de ese otro concepto. Al fin y al cabo, brillaba como la madame de cualquier casa de citas hasta que te das cuenta de que no es más que otra de las putas que duermen bajo el techo de esta sociedad.
Asco. Muchísimo asco me produce el hecho de saber que ambas figuras fueron una en el pasado.  Terriblemente estúpido me siento siempre que recuerdo las palabras que formulé tiempo atrás, pues cuando de mi boca salían, la realidad a la que iban dirigidas era casta, inocente y pura. Pero he aquí la razón de mi error, pensar que eso era así de naturaleza, y más aún, pensar que eso era realmente así.
Y tanta satisfacción como rechazo me produce el hecho de saber que efectivamente yo estaba en lo cierto y que ahora por fin, no soy yo el único que lo percibe. Y es que pese a todo el rechazo y desagrado que yo pueda sentir, pese a lo injusto que puedan parecer y ser mis quejas y sensaciones negativas al respecto, y por poco correcto que puedan ser los adjetivos que le he otorgado al tema en cuestión, yo lo siento así, pero aun así, me alegro por lo bueno que reporta esa realidad.

Sin embargo, seamos sinceros, todo lo dicho hasta el momento carece de importancia ahora. El tiempo cubre de polvo la imagen dejando como realidad una vaga y tenue sombra de lo que en su día fue la mano que sujetaba el puñal. Es en este momento cuando dicha sombra pasa eternamente desapercibida ante nosotros, quedando como recuerdo la herida abierta.


Recuerdo

Ya no veo nada de lo que veía entonces, ni siento nada de lo que sentía la última vez que pude observar lo que me rodeaba. La profunda animadversión que ahora me domina se encarga de eliminar cualquier posibilidad de poder volver a hacerlo.
Hace años no habría dudado en creerme enfermo si hubiese sabido que llegaría un momento en que no sabría distinguir si es el profundo odio, yo mismo o una mezcla de ambas, la razón por la que hoy siento esa increíble necesidad de no saber nada de nada.
Pasa el tiempo y voy observando y comprendiendo que independientemente de cuanto desagrado pueda llegar a sentir, no puedo huir de mi propia sombra. Pues al fin y al cabo, la clase de sombra, o en este caso la clase de recuerdos que nos creamos, nos determinan y nos empujan inevitablemente a seguir uno u otro camino.
Pero no es cuando tu camino se está forjando cuando se presenta el problema. El verdadero reto se presenta cuando debes vivir comprendiendo que las repercusiones de aquel problema te seguirán para siempre aun cuando ni siquiera lo sientes como tuyo. Cuando ves como la tierra sigue sin ser fértil aun habiéndola vivido edades enteras del hombre.

La única cuestión que sigue robándome el sueño  es la de si se debe fomentar ese recuerdo o no. Realmente no sé si debería avivar el fuego para impedir que nunca se apague, pues aunque puede llegar a quemar también puede protegerte de la oscuridad.
Siendo sincero, me inclino a pensar que se debe avivar el recuerdo independientemente de la naturaleza de este. Pues haciéndolo consigues hacer inmortal lo perecedero, y a su vez, consigues ver la naturaleza de las cosas tal cual son sin edulcorar.

Es bueno fomentarlo. Es bueno alimentarlo. Siempre es bueno. Siempre es bueno, aun si ni siquiera es bueno o bello, aun si solo se tratase de una clase de ira inmortal lo que formase el recuerdo, aun así sería positivo.


Ira

Nada me domina de igual forma que la ira. Nada me protege y me defiende como la ira. La ira y el odio alimentado resucitan una y otra vez la lógica de la que se compone el escudo con el que me defiendo de cualquier mal.
Y cuando el lobo se viste de cordero, es la ira la que desenmascara su verdadera naturaleza. Es ella la que me fuerza a recordar lo que debo y no debo hacer en base a lo que sucede a mí alrededor.

Soy egoísta y orgulloso estoy de ello. Es un camino lento de recorrer el que te lleva a serlo sin destruir todo por lo que has luchado. Y no tengo miedo de reconocer que no doy nada por nada que no valore también mis deseos.
No soy quien para juzgar al pecador por sus pecados, pero si asumo que debe hacerse cargo de las consecuencias de ellos.

Y aunque sea el odio de los demás el que oculte el sol haciendo de mi vida y verdad una mentira, aunque ni siquiera contemplen la existencia de un sol del que disfrutar o necesitar, aun así, yo les condeno privándoles de tal privilegio. Les condeno no permitiéndoles ocultarlo.

Y si algún día llega el momento en que el rico sienta sed, lloraran pues no verán la mano del pobre ayudándoles.